Recibí recientemente un nuevo envío de la Galería I-MEIL, proyecto del artista plástico cubano Lázaro Saavedra, que ya comenzaba a extrañar.

Luego del un largo periodo de silencio vuelve Saavedra con su humor contundente y su mirada de hilar fino entre la ironía aguda y un desenfado mordaz.

Para tener una idea más concreta de cuanto puede estar en juego en el dibujo de Saavedra, acompaño la imagen de un texto de la blogger Claudia Cadelo relacionada con el reciente juicio de Pánfilo, ese curioso personaje, cuya aparición en el panorama nacional y su consecuente término -¿en qué otro lugar, que en la prisión?- es signo de los tiempos que corren.

Que me excusen de antemano ambos autores, Saavedra y Claudia, si esta confluencia les disgustara. No he pedido permiso a ninguno para esta unión casual, de la cual soy la única responsable.



Post de Claudia Cadelo, del día 15 de agosto de 2009



"De entre todos los que cada día caen por peligrosidad en Cuba ahora le ha tocado a Pánfilo. Dos años estará tras las rejas por haber gritado que tenía hambre delante de una cámara, porque eso es lo que el gobierno considera peligroso. Recuerdo muy bien las palabras del abogado de Gorki el día antes del juicio en julio del año pasado: para procesarte no se necesitan pruebas, una declaración de la PNR basta, nadie escapa. De paso nos contó que la causa le viene como anillo al dedo a los cuerpos represivos que ahora ni siquiera tienen que atenerse al papeleo legislativo para encerrar a alguien.

El juicio daba ganas de llorar, vi a al jefe del sector y a uno de sus subordinados mentir. La lengua de la seguridad del estado era la que ponía las sílabas en las palabras de los dos policías a los que le temblaban las manos mientras declaraban. Después llegó Heidi, presidenta de la zona de los CDR de Playa y profesora del ISA de Historia del Arte. Con ella no había equívoco: no dijo ni una verdad, lo peor es que mintió por convicción, y eso es, sin duda alguna, lo más triste que se puede ver desde el banquillo del público.

Es repulsivo imaginar a qué nivel de arbitrariedad puede llegar este gobierno a través de sus conductos para aplastar al ciudadano y despojarlo de todo, hasta de sus propias ideas. Si no lo hubiese visto con mis propios ojos quizás nunca lo hubiera podido entender."