la fronteraImage by Ben in BCN via Flickr

Honduras quizá se merezca unas palabras. Pero yo no soy propietaria de estas palabras, al menos no ahora. El presidente tiene que volver, el presidente quiso cambiar la constitución para su beneficio, el golpe de estado no debe retornar a América Latina (¿es que ya no retornó?; si algo me maravilla de los discuros políticos es su tratamiento de los tiempos verbales), la caciller dice lúcidas palabras delante de la cámara, la canciller grita delante de la cámara, el país está aislado econímicamente, el país es y será sin remedio durante un tiempo el que mayor peso de la crisis experimente gracias a la aventura de políticos y militares.

Me siento frente al televisor cada tarde, veo lo que mis vecinos llaman "la telenovela hondureña", y mi mejor amigo "el único reality show de la televisión cubana". Miro todas las imágenes, oigo todos los discursos, todas las noticias, todos los comentarios, veo todos esos rostros de la gente en las calles... Las palabras se me niegan, retroceden. Los rostros de la gente en las calles, aquellas que no dicen nada frente a las cámaras, pero son atrapadas por estas de soslayo, caminando, saludándose, intercambiando muecas, paradógicamente, son esas las únicas imágenes, es esa la única información de todo el bombardeo de información que recibo que parece tener algún sentido para mí. ¿Por qué? No puedo decirlo. Pero esas caras... En esas caras estén quizá encerradas sin remedio mis palabras sobre los sucesos de Honduras.


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